Esta evocación se realiza en día miércoles, entre once y doce de la noche, a la luz de la luna, en un lugar solitario, en el cual se pueda operar sin temor de ser visto por nadie. Con la espada de Adonay trazarás en el suelo dos circunferencias concéntricas; la interior debe tener unos 6 palmos de diámetro, y la exterior unos siete.
En el espacio comprendido entre las dos circunferencias, grabarás, con el punzón mágico, las palabras siguientes: VEN ASTAROTH - VEN ASTAROTH - VEN ASTAROTH. Después, con carbón consagrado, dibujarás en el centro del círculo la testa del Espíritu y los signos cabalísticos que la acompañan...
Este es el comienzo del ritual de invocación a Astaroth, el demiurgo de la suerte. La suerte es cuando un deseo consciente o inconsciente del ego se concreta, es llenar un vacío emocional con un acontecimiento material, es alimentar el centro emocional con deseos del centro intelectual, es cubrir la apatía del trabajo, con el velo de la desidia del que espera recibir sin esfuerzo algo que desea. Astaroth es astuto, pues disfraza su influencia con sentimientos de esperanza y justicia, haciendo creer al incauto que se merece esa suerte, sea del tipo que sea. La suerte como nosotros la conocemos o creemos conocer, no existe, porque la suerte es la fascinación de Staroth sobre los egos inconscientes y desconformes intentando obtener por destino, lo que se consigue por designio. Lo que sí existe es la sincronicidad del Ser, pero no la suerte del ego, pues una es la magia de recorrer el camino (existencia) siguiendo la plantilla (designio), y la otra la ilusión de recorrer la plantilla (designio) construyendo un camino (existencia). La primera le corresponde a la octava del DO, y la segunda al error del Demiurgo, una por creación divina y la otra por capricho secular.
Interrumpí en su momento las publicaciones cortando la octava iniciada, para evitar cualquier represalia de los propios demiurgos hacia mi persona por divulgar lo que se tiene que callar. Igualmente tuve que pagar un costo, que si bien no fue muy alto, me sacudió fuertemente en lo físico y emocional. No tengo nada que perder porque nada tengo, no tengo nada que ganar porque todo tengo, mi camino está marcado con el ADN de la creación y sólo intento seguir las señales de mi propio designio, lo demás, es historia ajena que no me pertenece.
En mi casa Espantan
La historia que te contaré le sucedió a mi familia y a mí.
Mi padre siempre fue un buen trabajador, muy esforzado y buen hombre, hasta que lentamente se fue enfermando de un enfermedad muy extraña. Fue donde todos los mejores médicos de Santiago de Chile y nadie podía curarle la enfermedad. Todos la catalogaban como un nuevo tipo de depresión. Mi padre tomaba toda clase de medicamentos y ninguno hacía efecto.
A partir del tercer mes de que mi padre se sintió enfermo comenzaron a suceder hechos paranormales en mi casa. Empezaron a aparecerse muchas aves que no son muy comunes en la ciudad, como los tiuques, que según la creencia local son de mal agüero. Mi madre me dice que un día una de estas aves se le acercó demasiado y ella lo echó diciéndole malas palabras. El tiuque la miró e hizo un ruido muy fuerte y feo y se fue. Aquel sonido no corresponde a los de su especie, pero era un tiuque.
Mi hermano, en una ocasión, estaba viendo TV y se iba a su cuarto cuando tres de las sillas del comedor se corrieron hacia atrás al mismo tiempo. Yo estaba tan fascinada con lo que me contaban -porque a mí me encanta lo paranormal- que no lo podía creer. Y yo me puse a averiguar por qué pasaban cosas como esas.
Relacionando hechos comencé a razonar que una vecina tenía algo que ver: mi vecina todos los días pasaba mirando las plantas de mi jardín una por una, pero ella es muy antipática con nosotros, nunca nos saluda y para nosotros es muy envidiosa. Revisando mis plantas encontré ceniza y tierra hedionda como del cementerio y ahí supe de golpe lo que nos podría estar pasando. Magia negra , era lo que nos tenía así tan mal.
Consulté con varias personas tarotistas y videntes nadie pudo hacer nada. Así que yo misma me puse en campaña para terminar con eso. Leyendo varios libros me aprendí varias técnicas para espantar esta energía diabólica. Dede ese momento comencé a tener sueños premonitorios, soñé que esa vecina le pasaría lo mismo que a nosotros. Los libros que estudié dicen que aquellos que usen magia negra también serán atacados por lo mismo.
Oré mucho y limpié mi casa con incienso. Mientras hacía eso se abrió un ventanal grande del salón y entró otro tiuque y me atacó, aún tengo la cicatriz en la frente, ese día vomité agua y sangre, todo el día, me tuvieron que llevar al hospital. Tiempo después le pasó exactamente lo mismo a mi vecina, su esposo está enfermo y ella estuvo a punto de morir en un accidente. Lo que es yo, aún se siguen moviendo los muebles pero no tanto como antes.
Mi padre siempre fue un buen trabajador, muy esforzado y buen hombre, hasta que lentamente se fue enfermando de un enfermedad muy extraña. Fue donde todos los mejores médicos de Santiago de Chile y nadie podía curarle la enfermedad. Todos la catalogaban como un nuevo tipo de depresión. Mi padre tomaba toda clase de medicamentos y ninguno hacía efecto.
A partir del tercer mes de que mi padre se sintió enfermo comenzaron a suceder hechos paranormales en mi casa. Empezaron a aparecerse muchas aves que no son muy comunes en la ciudad, como los tiuques, que según la creencia local son de mal agüero. Mi madre me dice que un día una de estas aves se le acercó demasiado y ella lo echó diciéndole malas palabras. El tiuque la miró e hizo un ruido muy fuerte y feo y se fue. Aquel sonido no corresponde a los de su especie, pero era un tiuque.
Mi hermano, en una ocasión, estaba viendo TV y se iba a su cuarto cuando tres de las sillas del comedor se corrieron hacia atrás al mismo tiempo. Yo estaba tan fascinada con lo que me contaban -porque a mí me encanta lo paranormal- que no lo podía creer. Y yo me puse a averiguar por qué pasaban cosas como esas.
Relacionando hechos comencé a razonar que una vecina tenía algo que ver: mi vecina todos los días pasaba mirando las plantas de mi jardín una por una, pero ella es muy antipática con nosotros, nunca nos saluda y para nosotros es muy envidiosa. Revisando mis plantas encontré ceniza y tierra hedionda como del cementerio y ahí supe de golpe lo que nos podría estar pasando. Magia negra , era lo que nos tenía así tan mal.
Consulté con varias personas tarotistas y videntes nadie pudo hacer nada. Así que yo misma me puse en campaña para terminar con eso. Leyendo varios libros me aprendí varias técnicas para espantar esta energía diabólica. Dede ese momento comencé a tener sueños premonitorios, soñé que esa vecina le pasaría lo mismo que a nosotros. Los libros que estudié dicen que aquellos que usen magia negra también serán atacados por lo mismo.
Oré mucho y limpié mi casa con incienso. Mientras hacía eso se abrió un ventanal grande del salón y entró otro tiuque y me atacó, aún tengo la cicatriz en la frente, ese día vomité agua y sangre, todo el día, me tuvieron que llevar al hospital. Tiempo después le pasó exactamente lo mismo a mi vecina, su esposo está enfermo y ella estuvo a punto de morir en un accidente. Lo que es yo, aún se siguen moviendo los muebles pero no tanto como antes.
Recuerda, vendré por tí
Augusto era un estudiante regular de una escuela preparatoria del pueblo donde vivía. Los que llegamos a tratarlo de manera más cercana, sabíamos que era un muchacho de buen carácter, aunque de vez en cuando su conducta variada radicalmente.
Poco después de haber entrado al segundo año, conoció a Carolina, una joven que se distinguía por ser la más popular de su salón. Yo mismo le aconsejé que no se acercará a ella, ya que él era muy propenso a sentir celos y a veces eso puede desencadenar en auténticas historias de terror.
Sin embargo, la relación afectiva entre los dos se dio sin mayores inconvenientes. Rápidamente en todos los salones se hablaba de lo “bonita” que era esa pareja.
No obstante, como sucede en la mayoría de las historias de amor juvenil, Augusto empezó a celar a Carolina prácticamente por cualquier cosa.
– ¿Por qué le hablas a ese? ¿Acaso me estás engañando con él? Etcétera. Cosas por el estilo se repetían día tras día.
Una mañana en la que él llegó temprano con el objetivo de sorprender a Carolina, pues otros de sus amigos le habían dicho que ella se veía escondidas en el laboratorio de biología con un muchacho de tercero, la encontró dándole un beso en la mejilla a Martín (su ex novio).
Obviamente Augusto no esperó ninguna explicación y explotó en cólera agarrando a la joven del brazo y diciéndole:
– Me acabas de matar Caro, despídete de mí porque jamás me volverás a ver. Pero eso sí, espera mi venganza pues te juro que será terrible.
Menos de una hora más tarde, Augusto subió al balcón más alto del edificio de preparatoria y sin pensarlo dos veces se arrojó al vacío. Su cuerpo quedó destrozado por el impacto. Uno de los profesores que se acercó a ver si todavía lo encontraba con vida, notó que de su bolsillo salía un papel ensangrentado.
El maestro quedó impactado al leer lo que la escueta nota tenía escrito:
– Vendré por ti Carolina.
No sé si fue cosa del destino, pero exactamente un mes después del fallecimiento de Augusto, Carolina murió apuñalada en su ducha. A pesar de eso, no se encontraron signos de que algún extraño hubiera entrado a su casa.
Poco después de haber entrado al segundo año, conoció a Carolina, una joven que se distinguía por ser la más popular de su salón. Yo mismo le aconsejé que no se acercará a ella, ya que él era muy propenso a sentir celos y a veces eso puede desencadenar en auténticas historias de terror.
Sin embargo, la relación afectiva entre los dos se dio sin mayores inconvenientes. Rápidamente en todos los salones se hablaba de lo “bonita” que era esa pareja.
No obstante, como sucede en la mayoría de las historias de amor juvenil, Augusto empezó a celar a Carolina prácticamente por cualquier cosa.
– ¿Por qué le hablas a ese? ¿Acaso me estás engañando con él? Etcétera. Cosas por el estilo se repetían día tras día.
Una mañana en la que él llegó temprano con el objetivo de sorprender a Carolina, pues otros de sus amigos le habían dicho que ella se veía escondidas en el laboratorio de biología con un muchacho de tercero, la encontró dándole un beso en la mejilla a Martín (su ex novio).
Obviamente Augusto no esperó ninguna explicación y explotó en cólera agarrando a la joven del brazo y diciéndole:
– Me acabas de matar Caro, despídete de mí porque jamás me volverás a ver. Pero eso sí, espera mi venganza pues te juro que será terrible.
Menos de una hora más tarde, Augusto subió al balcón más alto del edificio de preparatoria y sin pensarlo dos veces se arrojó al vacío. Su cuerpo quedó destrozado por el impacto. Uno de los profesores que se acercó a ver si todavía lo encontraba con vida, notó que de su bolsillo salía un papel ensangrentado.
El maestro quedó impactado al leer lo que la escueta nota tenía escrito:
– Vendré por ti Carolina.
No sé si fue cosa del destino, pero exactamente un mes después del fallecimiento de Augusto, Carolina murió apuñalada en su ducha. A pesar de eso, no se encontraron signos de que algún extraño hubiera entrado a su casa.
La mujer que caminaba por el Tejado
Cuando la noche amenazaba con caer, toda la gente de la calle “La esperanza” y sus cercanías realizaban un ritual difícil de entender para muchos, pues se auto proclamaron un toque de queda y antes de que el ultimo rayo de luz se fuera y las calles empezaran a llenarse de penumbras, ellos ya habían recogido a los pequeños de los patios, encerrado las mascotas en alguna habitación. También corrían las cortinas de las ventanas y aseguraban las puertas, negándose a recibir visitas más allá de las 7:30 de la noche.
El camino quedaba vacío, solo había transeúntes ajenos a la región, pero habiendo pasado una sola vez por ahí, bastaba para que no regresaran, pues distinguían en su andar, acechadoras siluetas entre luz y sombra, sus oídos se llenaban de murmullos inentendibles y su cuerpo se estremecía ante el contacto de una fuerza invisible y helada como el invierno.
De vez en cuando alguien se atrevía a mirar por alguna rendija, solo para quedar petrificado ante la visión de aquel espectro con forma femenina que caminaba por los tejados, dejando flotar su vaporosa silueta al ritmo del vendaval que ella misma traía consigo.
En su demacrado rostro no había más que pensar y dolor, corriendo por su fantasmal presencia haciéndola vibrar y saliendo por sus oscuras fauces como un grito lastimero que provocaba temor en todos aquellos que pudieran escucharlo.
La escandalera sobre las cabezas de las personas les inquietaba hasta el punto de volverse locos, mordían sus dedos, frotaban las manos, se jalaban el cabello, se santiguaban mil veces, pero el corazón no dejaba de latir tan rápido…
Al día siguiente, después de tal angustia, solo se encontraban en alguna acera, la mancha oscura que aquel espectro dejó, recreando el suicidio que una vez cometió y que hoy le obliga a penar hasta que aprenda su lección.
El camino quedaba vacío, solo había transeúntes ajenos a la región, pero habiendo pasado una sola vez por ahí, bastaba para que no regresaran, pues distinguían en su andar, acechadoras siluetas entre luz y sombra, sus oídos se llenaban de murmullos inentendibles y su cuerpo se estremecía ante el contacto de una fuerza invisible y helada como el invierno.
De vez en cuando alguien se atrevía a mirar por alguna rendija, solo para quedar petrificado ante la visión de aquel espectro con forma femenina que caminaba por los tejados, dejando flotar su vaporosa silueta al ritmo del vendaval que ella misma traía consigo.
En su demacrado rostro no había más que pensar y dolor, corriendo por su fantasmal presencia haciéndola vibrar y saliendo por sus oscuras fauces como un grito lastimero que provocaba temor en todos aquellos que pudieran escucharlo.
La escandalera sobre las cabezas de las personas les inquietaba hasta el punto de volverse locos, mordían sus dedos, frotaban las manos, se jalaban el cabello, se santiguaban mil veces, pero el corazón no dejaba de latir tan rápido…
Al día siguiente, después de tal angustia, solo se encontraban en alguna acera, la mancha oscura que aquel espectro dejó, recreando el suicidio que una vez cometió y que hoy le obliga a penar hasta que aprenda su lección.
La muñeca de mi hermana
Escrita por Armando X.
Al llegar la madrugada, Selene se encontraba jugando aun con sus muñecas, fingía dormir cuando su madre lo ordenaba y guardaba cuidadosamente sus juguetes en una bolsa de plástico. Pero apenas la mujer se marchaba de la habitación, la niña se levantaba de cama para seguir con sus actividades.
Una de tantas ocasiones, su hermano la descubrió a eso de las tres de la mañana debido al ruido que hacía, así que su primer impulso fue acusarla. Dio media vuelta, pero no pudo avanzar, sus pies estaban enredados en un plástico, se agachó para quitárselo de encima, sin embargo, decenas de manitas lo tomaron por los cabellos, llevándolo hasta el suelo. Después le cubrieron la boca evitando que alertara a los demás.
Mientras el chico estaba tirado en el suelo, sudando frio y lleno de espanto, su hermanita permanecía inmóvil, no podía si quiera apartar la mirada de las muñecas, muchas veces había sonado que cobraban vida, para jugar con ella, pero en lugar de eso, estaban torturando a su hermano.
Voltearon la mirada hacia la pequeña, pues ella emitía ciertos gemidos intentando gritar por auxilio, lentamente caminaron hacia ella, sujetando entre sus manitas un plástico, llevaban también consigo una sonrisa macabra. Selene intentaba gritar, pero el nudo en su garganta era más grande que su voluntad, ni si quiera el cuerpo respondía a sus órdenes, solo estaba ahí, inmóvil, viendo como sus muñecas se acercaban, con una sola cosa en mente… meterla dentro de una bolsa de plástico, pues el juego había terminado.
Sesión de Espiritismo
Escrita por Angel Q.
Esta historia me ocurrió de verdad. Antes de esto no creía ni en Dios ni en el diablo, pero ahora...
Todo comenzó una noche en la que decidimos hacer espiritismo unos amigos y yo. Éramos 5 amigos en total, entre ellos mi novia, y lo practicamos en casa de uno de ellos. No sabíamos mucho del tema, habíamos leído algo del tema, pero bueno, lo hicimos un poco a nuestro estilo. Hicimos sitio en el salón y dibujamos un pentagrama (cruz de cinco puntas en un círculo) en el suelo con arroz coloreado de rojo. También colocamos una vela en cada extremidad. Luego nos sentamos alrededor de él, sobre unos cojines.
Habíamos cerrado bien las puertas y ventanas de la habitación. Para dar ambiente pusimos la banda sonora de la película "Drácula" a un sonido muy bajo y comenzamos a leer un encantamiento del "Libro de las sombras". Todo iba bien hasta que algo raro empezó a suceder y los nervios empezaron a aflorar. Empezó a oírse un murmullo en toda la habitación. Además, el techo se movía y temblaban el suelo. Luego apareción una especie de viento... y una a una las velas se fueron apagando, excepto la de enfrente de nuestro amigo que tenía el "libro de las sombras" entre sus manos...
Todos mirábamos a nuestro alrededor y poco a poco el terror se adueñaba de nuestras mentes. La música del reproductor cesó y una voz empezó a murmurarnos algo. Era una voz muy grave, pero no comprendíamos lo que decía. La voz se entremezclaba con una pequeña risa burlona... también algo satánica. Mi novia lloraba... otro amigo temblaba de una manera increíble... hasta que la última vela se apagó y la música del Cd volvió. Y como por arte de magia, la luz del salón se encendió. Ahora podíamos ver bien nuestro alrededor. Todo seguía igual, excepto el arroz que ya no formaba un pentagrama, sino un torbellino.
Desde ese día, mis amigos y yo nunca hemos vuelto a practicar espiritismo. Y sólo contamos esta historia en reuniones íntimas. Esta es la primera vez que lo cuento a tanta gente.
Esta historia me ocurrió de verdad. Antes de esto no creía ni en Dios ni en el diablo, pero ahora...
Todo comenzó una noche en la que decidimos hacer espiritismo unos amigos y yo. Éramos 5 amigos en total, entre ellos mi novia, y lo practicamos en casa de uno de ellos. No sabíamos mucho del tema, habíamos leído algo del tema, pero bueno, lo hicimos un poco a nuestro estilo. Hicimos sitio en el salón y dibujamos un pentagrama (cruz de cinco puntas en un círculo) en el suelo con arroz coloreado de rojo. También colocamos una vela en cada extremidad. Luego nos sentamos alrededor de él, sobre unos cojines.
Habíamos cerrado bien las puertas y ventanas de la habitación. Para dar ambiente pusimos la banda sonora de la película "Drácula" a un sonido muy bajo y comenzamos a leer un encantamiento del "Libro de las sombras". Todo iba bien hasta que algo raro empezó a suceder y los nervios empezaron a aflorar. Empezó a oírse un murmullo en toda la habitación. Además, el techo se movía y temblaban el suelo. Luego apareción una especie de viento... y una a una las velas se fueron apagando, excepto la de enfrente de nuestro amigo que tenía el "libro de las sombras" entre sus manos...
Todos mirábamos a nuestro alrededor y poco a poco el terror se adueñaba de nuestras mentes. La música del reproductor cesó y una voz empezó a murmurarnos algo. Era una voz muy grave, pero no comprendíamos lo que decía. La voz se entremezclaba con una pequeña risa burlona... también algo satánica. Mi novia lloraba... otro amigo temblaba de una manera increíble... hasta que la última vela se apagó y la música del Cd volvió. Y como por arte de magia, la luz del salón se encendió. Ahora podíamos ver bien nuestro alrededor. Todo seguía igual, excepto el arroz que ya no formaba un pentagrama, sino un torbellino.
Desde ese día, mis amigos y yo nunca hemos vuelto a practicar espiritismo. Y sólo contamos esta historia en reuniones íntimas. Esta es la primera vez que lo cuento a tanta gente.
La Risa de la Bruja
Escrito por Lorena P.
En el complejo de verano de la playa del Saler en el que hablo en el relato de "Los pasos", ocurrió algo más. La familia de Lorena se hizo amiga de otra familia numerosa, concretamente de dos hermanos: Belén y Miki.
Belén era de la edad de la hermana mayor, y Miki salía aquel verano con Lorena.
Aquel verano era el verano en que la prima Merche y el amigo de la familia estaban pasando un mes, y en esta ocasión no había padres que vigilaran los actos de sus hijos.
Allí estaban Lorena y su hermana mayor (llamémosla Nieves), la prima Merche y el amigo de la familia (llamémosle Jorge), y los hermanos Belén y Miki (nombres también inventados).
Decidieron jugar a la ouija y como no tenían tablero, Lorena se ofreció a hacer las letras recortando trozos de las tapas de sus libretas y escribiendo las letras con un rotulador gordo.
Se pusieron alrededor de la mesa redonda rociando ésta con unas gotas de aceite para que el vaso se deslizara sin que apenas los dedos llegaran a tocarlo. Todo estaba previsto para poner las cosas fáciles al espíritu que viniera.
Comenzaron riéndose y bromeando. Entonces Nieves se puso seria y dijo que ya estaba bien.
- Concentrémonos de verdad.
Todos le hicieron caso. Ya nadie se rió con aquello de "espíritu, si estás ahí, danos una muestra".
A los pocos minutos Miki comenzó a golpear rítmicamente el vaso con su dedo. Estaba totalmente absorto con su mirada fija -aunque parecía perdida- sobre el vaso, y golpeteaba una y otra vez. Levantaba el dedo, lo dejaba caer sobre el vaso, y así repetidas veces.
Lorena tenía a Miki al lado y le pasó la mano por los ojos. Miki respondió bajando los párpados para no abrirlos durante un buen rato. Pero lo que ocurrió fue más que espeluznante.
En el mismo momento en que cerró los ojos, su dedó tocó por última vez el vaso, y acto seguido se desmayó sobre la mesa.
Como pudieron trasladaron su pesado cuerpo al sofá y lo dejaron allí preguntándose qué le ocurría. Entonces se dieron cuenta de dos detalles: Por un lado, de sus ojos cerrados se deslizaban lágrimas, y por otro, de su boca entreabierta se empezaba a escuchar una risa... una malvada risa femenina que parecía propia de una bruja.
Se asustaron sobremanera y Nieves le pidió ayuda a Merche:
- Tú tienes poderes Merche, haz que despierte, haz algo por favor.
Merche respiró hondo y salió al balcón para concentrarse en soledad. Era verdad, tenía ciertos poderes, no en vano decían que su propia madre era una bruja.
Mientras tanto Belén miraba nerviosa a su hermano, Jorge y Nieves se miraban y se preguntaban qué era esa risa que salía de su boca, y Lorena, desde los pies de Miki, miraba hacia el balcón rezando para que Merche pudiera sacarlo del trance.
Merche entró y se dirigió hacia Miki que seguía tendido en el sofá. Le cogió la mano, y con voz grave le dijo:
- Miki, despiértate.
Fue una orden. Y en un minuto los ojos de Miki estuvieron luchando por abrirse. Cuando al final lo hizo se sentía mareado y extraño.
Antes de contarle lo sucedido, Lorena le preguntó qué había sentido:
- Tenía frío y calor, todo se puso negro, y no recuerdo nada más.
Mientras trataban de tranquilizar a Miki, Lorena se dedicó a desmantelar la mesa. Todas las letras se iban a ir a la basura, pero algo llamó su atención. Una letra había salído perjudicada con el aceite, estaba manchada. Lorena la levantó, era la letra "L". Con estupor comprobó que el aceite había formado lo que desde nuestra infancia consideramos un fantasma, ese que hasta te puedes comer en helado o que aparecen en los dibujos infantiles. El fantasma tenía una especie de boca hacia abajo. Al darle la vuelta a la letra comprobó algo más: por detrás, la boca sonreía. Miki había llorado y había reído... aunque no lo recordara. Las letras mostraban ambos estados de ánimo.
Curiosamente Lorena no se percató de la relación entre estos dos detalles hasta que alguien, una amiga, lo relacionó y se lo dijo. Lorena cayó en la cuenta y desde entonces la historia le da más terror.
Pero hay una cosa más en esta historia: dicen que al terminar una sesión hay que romper el vaso para que el espíritu se marche de la habitación donde se ha hecho la ouija. Ellos tiraron el vaso desde un tercer piso... y no se rompió
En el complejo de verano de la playa del Saler en el que hablo en el relato de "Los pasos", ocurrió algo más. La familia de Lorena se hizo amiga de otra familia numerosa, concretamente de dos hermanos: Belén y Miki.
Belén era de la edad de la hermana mayor, y Miki salía aquel verano con Lorena.
Aquel verano era el verano en que la prima Merche y el amigo de la familia estaban pasando un mes, y en esta ocasión no había padres que vigilaran los actos de sus hijos.
Allí estaban Lorena y su hermana mayor (llamémosla Nieves), la prima Merche y el amigo de la familia (llamémosle Jorge), y los hermanos Belén y Miki (nombres también inventados).
Decidieron jugar a la ouija y como no tenían tablero, Lorena se ofreció a hacer las letras recortando trozos de las tapas de sus libretas y escribiendo las letras con un rotulador gordo.
Se pusieron alrededor de la mesa redonda rociando ésta con unas gotas de aceite para que el vaso se deslizara sin que apenas los dedos llegaran a tocarlo. Todo estaba previsto para poner las cosas fáciles al espíritu que viniera.
Comenzaron riéndose y bromeando. Entonces Nieves se puso seria y dijo que ya estaba bien.
- Concentrémonos de verdad.
Todos le hicieron caso. Ya nadie se rió con aquello de "espíritu, si estás ahí, danos una muestra".
A los pocos minutos Miki comenzó a golpear rítmicamente el vaso con su dedo. Estaba totalmente absorto con su mirada fija -aunque parecía perdida- sobre el vaso, y golpeteaba una y otra vez. Levantaba el dedo, lo dejaba caer sobre el vaso, y así repetidas veces.
Lorena tenía a Miki al lado y le pasó la mano por los ojos. Miki respondió bajando los párpados para no abrirlos durante un buen rato. Pero lo que ocurrió fue más que espeluznante.
En el mismo momento en que cerró los ojos, su dedó tocó por última vez el vaso, y acto seguido se desmayó sobre la mesa.
Como pudieron trasladaron su pesado cuerpo al sofá y lo dejaron allí preguntándose qué le ocurría. Entonces se dieron cuenta de dos detalles: Por un lado, de sus ojos cerrados se deslizaban lágrimas, y por otro, de su boca entreabierta se empezaba a escuchar una risa... una malvada risa femenina que parecía propia de una bruja.
Se asustaron sobremanera y Nieves le pidió ayuda a Merche:
- Tú tienes poderes Merche, haz que despierte, haz algo por favor.
Merche respiró hondo y salió al balcón para concentrarse en soledad. Era verdad, tenía ciertos poderes, no en vano decían que su propia madre era una bruja.
Mientras tanto Belén miraba nerviosa a su hermano, Jorge y Nieves se miraban y se preguntaban qué era esa risa que salía de su boca, y Lorena, desde los pies de Miki, miraba hacia el balcón rezando para que Merche pudiera sacarlo del trance.
Merche entró y se dirigió hacia Miki que seguía tendido en el sofá. Le cogió la mano, y con voz grave le dijo:
- Miki, despiértate.
Fue una orden. Y en un minuto los ojos de Miki estuvieron luchando por abrirse. Cuando al final lo hizo se sentía mareado y extraño.
Antes de contarle lo sucedido, Lorena le preguntó qué había sentido:
- Tenía frío y calor, todo se puso negro, y no recuerdo nada más.
Mientras trataban de tranquilizar a Miki, Lorena se dedicó a desmantelar la mesa. Todas las letras se iban a ir a la basura, pero algo llamó su atención. Una letra había salído perjudicada con el aceite, estaba manchada. Lorena la levantó, era la letra "L". Con estupor comprobó que el aceite había formado lo que desde nuestra infancia consideramos un fantasma, ese que hasta te puedes comer en helado o que aparecen en los dibujos infantiles. El fantasma tenía una especie de boca hacia abajo. Al darle la vuelta a la letra comprobó algo más: por detrás, la boca sonreía. Miki había llorado y había reído... aunque no lo recordara. Las letras mostraban ambos estados de ánimo.
Curiosamente Lorena no se percató de la relación entre estos dos detalles hasta que alguien, una amiga, lo relacionó y se lo dijo. Lorena cayó en la cuenta y desde entonces la historia le da más terror.
Pero hay una cosa más en esta historia: dicen que al terminar una sesión hay que romper el vaso para que el espíritu se marche de la habitación donde se ha hecho la ouija. Ellos tiraron el vaso desde un tercer piso... y no se rompió
Ritual para hacer un PACTO con Satanás
Debo darles una ADVERTENCIA antes de que lo intenten, estén seguros de lo que pedirán. Y recuerda, es bajo tu propio riesgo.
Para hacer esto necesitas colocarte frente a un espejo de cuerpo completo (de 2 m x 50 cm). Y para que esto funcione, tiene que ser de la una a las tres de la mañana. Las ventanas deberán estar cerradas y tapadas con mantas oscuras, la oscuridad tiene que ser total. Deberás encender cuatro velas negras y debes tener un tablero ouija —que se puede conseguir fácilmente en tiendas de esoterismo—, pero también deberás tener tres velas más de repuesto, estas últimas de color blanco.
En una mesa pequeña, la cual estará entre ti y entre el espejo, colocarás el tablero. Encenderás las cuatro velas negras rodeándote con ellas, y las velas blancas estarán apagadas pero colocadas frente al espejo. Ojo, deberás tener a la mano los cerillos.
Cuando estés listo, dirás estas palabras en voz alta:
Corpus satanam, suscipiam
Sanguis Satanae mihi vobiscum
Huc tu exspectare apertis ostiis pacisci vel dominus animae damnatorum.
Estarás unos minutos en silencio en la oscuridad, tu única luz será la de las velas. Poco a poco verás cómo tu reflejo se vuelve más oscuro. Comenzarás a sentir como si alguien te observara, como si alguien respirara en tu cuello, como si alguien estuviera detrás de ti. Verás que la plancha de la ouija se moverá en la palabra «SÍ» o «NO».
Si la plancha se en pone «SI», es que Satanás estará de acuerdo en hacer un trato contigo. Cierra los ojos y di lo que deseas en voz alta; al abrir los ojos, inmediatamente apaga las velas negras, sin ver el espejo y sal de la habitación sin mirar atrás, ya que el demonio estará detrás de ti, y de voltearte, te arriesgarás a que algo malo te suceda.
Si la plancha se pone en «NO», es que Satanás rechazará la oferta. Deberás encender las velas blancas y decir en voz alta: «Satan non es accipere corpus et sanguinem Christi in hoc suscepi preces».
Saldrás rápidamente, pero eso no quiere decir que estarás a salvo...
Para hacer esto necesitas colocarte frente a un espejo de cuerpo completo (de 2 m x 50 cm). Y para que esto funcione, tiene que ser de la una a las tres de la mañana. Las ventanas deberán estar cerradas y tapadas con mantas oscuras, la oscuridad tiene que ser total. Deberás encender cuatro velas negras y debes tener un tablero ouija —que se puede conseguir fácilmente en tiendas de esoterismo—, pero también deberás tener tres velas más de repuesto, estas últimas de color blanco.
En una mesa pequeña, la cual estará entre ti y entre el espejo, colocarás el tablero. Encenderás las cuatro velas negras rodeándote con ellas, y las velas blancas estarán apagadas pero colocadas frente al espejo. Ojo, deberás tener a la mano los cerillos.
Cuando estés listo, dirás estas palabras en voz alta:
Corpus satanam, suscipiam
Sanguis Satanae mihi vobiscum
Huc tu exspectare apertis ostiis pacisci vel dominus animae damnatorum.
Estarás unos minutos en silencio en la oscuridad, tu única luz será la de las velas. Poco a poco verás cómo tu reflejo se vuelve más oscuro. Comenzarás a sentir como si alguien te observara, como si alguien respirara en tu cuello, como si alguien estuviera detrás de ti. Verás que la plancha de la ouija se moverá en la palabra «SÍ» o «NO».
Si la plancha se en pone «SI», es que Satanás estará de acuerdo en hacer un trato contigo. Cierra los ojos y di lo que deseas en voz alta; al abrir los ojos, inmediatamente apaga las velas negras, sin ver el espejo y sal de la habitación sin mirar atrás, ya que el demonio estará detrás de ti, y de voltearte, te arriesgarás a que algo malo te suceda.
Si la plancha se pone en «NO», es que Satanás rechazará la oferta. Deberás encender las velas blancas y decir en voz alta: «Satan non es accipere corpus et sanguinem Christi in hoc suscepi preces».
Saldrás rápidamente, pero eso no quiere decir que estarás a salvo...
Debajo de la Cama
Me encontraba con mis dos hermanos en mi habitación jugando mientras mis padres habían salido a cenar y volverían muy tarde, es por ello que aprovechamos ese tiempo en el que nunca nos dejaban quedarnos despiertos hasta tan tarde para poder divertirnos lo máximo posible.
Yo y mi hermano del medio nos encontrábamos jugando a la computadora, mientras que el más chico estaba jugando con una pelota dentro de la habitación, lo cual era bastante molesto debido al ruido que hacía y que frecuentemente tiraba ciertas cosas, es por ello que muchas veces le dije que utilice otra cosa para jugar, pero no me hizo caso, incluso le advertí que le iba a contar un cuento de miedo corto para que de esa manera se atemorice, pero no me hizo caso.
En un momento se le cayó la pelota debajo de la cama, y nos pidió que la saquemos porque tenía miedo, pero nosotros no le hicimos caso e incluso le dijimos que la busque él mismo si quería.
Luego de pasar mucho tiempo jugando a unos juegos que tenía en mi computadora, le pregunté a mi hermano dónde se encontraba el más pequeño de todos, debido que hace tiempo que no lo escuchaba, y no supo responderme ya que tampoco sabía. Le dije a mi hermano que lo vaya a buscar en la cocina y yo lo iba a buscar afuera de la casa, pero al bajar de la silla en donde me encontraba subido pensé que quizás estaba escondido en algún lugar, por lo que me acerque a la cama en donde se le había caído la pelota y sentí un ruido, por lo que supe que era él.
Incluso al pararme al lado de la cama él me espesó a tocar el tobillo del pie con su mano, pensando que me iba a asustar, ya que siempre lo hacía asustar con mis cuentos de terror. Algo que no le presté atención, hasta el momento en que escuché a mi otro hermano que me gritó: “Aquí está viendo televisión en la cocina”. Cuando rápidamente me di cuenta que no había nadie más en la casa, y no supe quién me estaba tocando el pie.
Yo y mi hermano del medio nos encontrábamos jugando a la computadora, mientras que el más chico estaba jugando con una pelota dentro de la habitación, lo cual era bastante molesto debido al ruido que hacía y que frecuentemente tiraba ciertas cosas, es por ello que muchas veces le dije que utilice otra cosa para jugar, pero no me hizo caso, incluso le advertí que le iba a contar un cuento de miedo corto para que de esa manera se atemorice, pero no me hizo caso.
En un momento se le cayó la pelota debajo de la cama, y nos pidió que la saquemos porque tenía miedo, pero nosotros no le hicimos caso e incluso le dijimos que la busque él mismo si quería.
Luego de pasar mucho tiempo jugando a unos juegos que tenía en mi computadora, le pregunté a mi hermano dónde se encontraba el más pequeño de todos, debido que hace tiempo que no lo escuchaba, y no supo responderme ya que tampoco sabía. Le dije a mi hermano que lo vaya a buscar en la cocina y yo lo iba a buscar afuera de la casa, pero al bajar de la silla en donde me encontraba subido pensé que quizás estaba escondido en algún lugar, por lo que me acerque a la cama en donde se le había caído la pelota y sentí un ruido, por lo que supe que era él.
Incluso al pararme al lado de la cama él me espesó a tocar el tobillo del pie con su mano, pensando que me iba a asustar, ya que siempre lo hacía asustar con mis cuentos de terror. Algo que no le presté atención, hasta el momento en que escuché a mi otro hermano que me gritó: “Aquí está viendo televisión en la cocina”. Cuando rápidamente me di cuenta que no había nadie más en la casa, y no supe quién me estaba tocando el pie.
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